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Carcasonne.


Carcasonne.

Hemos pasado el día en la ciudad medieval de Carcasonne( Francia) recorriendo su gran muralla y visitando los museos del castillo. Desde la muralla podíamos ver, abajo, el pueblo nuevo con todos sus tejados y edificios bajos, de pequeñas calles donde estaba la catedral y también los amplios bulevares, el palacio de justicia y la estación de trenes y el río lleno de embarcaciones, unas turísticas y otras privadas.

Tanto en la parte medieval como abajo en la ciudad nueva, las calles estaban atestadas de tiendas y de creperías, pero intocables los precios. Es una ciudad para andar y ver y fotografiar pero no para comprar.
Y la noche en unos apartamentos muy modernos, donde hemos descansado tanto la vista como los pies.


Maribel Fernández Cabañas
Nota: fotos de Agustín Zarraluqui S. fotógrafo del grupo “ Quasifoto

Despidiéndome.


Despidiéndome.

Esta tarde he querido despedirme, por unos días, de mi ciudad , dándome un paseo por un lugar de la playa que no suelo transitar y he visto a gente alegre paseando, unos a paso lento otros haciendo footing y muchos sobre ruedas, infinidad de bicicletas monopatines y patinadores.

Pero he observado a otros encerrados en el lujo de cristal del polémico Hotel Vela, que vulnera la ley de costas y ahí está para que sólo los muy pudientes lo disfruten y suerte tenemos que el Paseo Marítimo es para todos y la playa también.

En cuanto a dinero está claro que tienen más los que están dentro del hotel, pero alegría rebosante he visto en los de la calle: jóvenes haciendo maravillas desplazándose con sus monopatines y con sus bicicletas subiendo y bajando por las rampas y el mirador, que rodean a este hotel tan cercano al mar y tan lejano para los ciudadanos .

Mi acompañante me ha invitado a entrar en la cafetería del hotel y le he dicho:-  Otro día que hoy prefiero estar entre la gente de la calle.

Y fuera nos hemos sentado un rato en la escultura de “Los cubos” en la playa del barrio de pescadores, a contemplar la grandiosidad de este Mediterráneo que no veremos durante unos días porque nos vamos a un pueblo frío del interior.

Maribel Fernández Cabañas.



La casa.


La casa.


Lucia vive en un piso alargado todo exterior , con una terraza muy larga llena de plantas . Lucia es la primera en levantarse los fines de semana y saca a la perrita a pasear , que duerme en el salón  . Todas las habitaciones están cerradas porque los hijos y el padre duermen.
Mientras pasea a la perrita, la amplia calle en primera línea de mar, está vacia , Nina va olisqueando en todos los jardines y a veces se encuentra con otros semejantes y corren por la hierba, Lucia mira el mar azul y el sol radiante que la deslumbra porque ya es 21 de marzo y hay mucha luz, también respira el aire puro de una mañana sin coches y saluda a algunos vecinos que van al mercado o a comprar el pan para hacer las tostadas .
De vuelta del paseo los japoneses desayunan en el hotel, entonces a Lucía se le abre el apetito, cuando ve las lonchas de queso o de embutido y el pan con tomate en sus platos y se va a buscar un bar, dos calles más lejos ,donde venden unos bocadillos de jamón ibérico que están de rechupete. Pasa por delante del supermercado y hoy por suerte no tiene que entrar,  ya hizo la compra ayer, siempre hay que adelantarse un día, piensa ella, así tiene menos que hacer al día siguiente y puede contemplar con ociosidad lo que le rodea.
De vuelta a su piso las habitaciones siguen cerradas y ella no quiere interrumpir el sueño de su familia, con lo cual silenciosa se mete en el estudio a leer el periódico en el que puede disfrutar de una entrevista a Albert Espinosa, del cual es fans uno de sus hijos  que  no se pierde la serie de ”Pulseras rojas”.
Acaba de leerlo  y se lo deja abierto por esa página a ver si su hijo mayor lo lee. Pero cuando se despierta este lo hace cantando y se va directo a comerse un bocadillo de jamón y a la ducha, donde sigue cantando y luego dice:¡ Mamá me voy a Plaza de Cataluña con mis amigos!.
Al rato se levantan el padre y el otro hijo más pequeño y dicen que hoy se van a dar una vuelta en bicicleta y que desayunaran en la calle.
Entonces es cuando a Lucía se le hace la casa muy grande y se pone a abrir ventanas para que se llene del aire fresco de la calle y pone música para estar acompañada.

Maribel Fernández Cabañas.

La vida.



La vida.

Se habían levantado tarde y a pesar de que el día ventoso y nublado no acompañaba habían decidido, como dos prejubilados que normalmente  están atrapados por las cuatro paredes de la casa, cuyo espacio se disputan porque ambos son muy caseros…
Hoy sin dudarlo, habían decidido ir juntos a espacios mas abiertos que la casa.Se fueron a un gran parque, allí pasearon, Julio le enseñó algo de fotografía a Elisa, la cual se lo agradeció con un esplendido desayuno en una terraza contemplando vistas.
En los árboles ya empezaban a brotar algunas flores primaverales, anunciando el fruto estival. Julio no dado a expresar en público sus amores, la besó en los labios, la cual se sintió como cuando festejaban en sus años jóvenes y le acarició tiernamente su rostro.
Pasearon por el gran parque, Elisa elegía el enfoque y Julio le explicaba como regular la velocidad y el diafragma de la cámara, una clase al aire libre. Libres se sentían ellos tenían todo el espacio del mundo.
Pero sonó el móvil de Julio y la cara se le tornó seria.
− mañana a las doce de acuerdo, concluyó Julio.
-Otro entierro más, estamos enterrando a los padres de nuestros amigos, a nuestros propios padres,es la vida decía Elisa.
Con esta llamada se les acabó la sensación de libertad y de felicidad.
Y se fueron a las pompas fúnebres a abrazar a su amigo.



Maribel Fernández Cabañas

Pastelería Brunells.


Pastelería Brunells.

Lucía hecha de menos a su marido y a su hijo que por primera vez viajan sin ella y sin la perra y decide irse a desayunar lejos de su casa, son las ocho de la mañana de un sábado soleado, de estos días que la naturaleza nos regala en invierno.
Se mira un poco al espejo y se encuentra guapa, coge su portátil y la cámara de fotos y se pone a andar por su barrio aún dormido. Espera el bus, está ella sola en la parada, cosa muy distinta a los días de entresemana cuando todos van a trabajar o a estudiar.
Esta vez ha decidido no llevarse los cascos, quiere escuchar el ruido de la calle: los pájaros cantan en los jardines, el viento cálido sopla, algunos coches frenan en el semáforo y desprenden humo…llegan dos chicas muy bien maquilladas, de pelo rubio teñido, con abrigos negros, tacones y gafas de sol RayBan, se saludan, suben al autobus.Lucía se sienta cerca de ellas y se entretiene mirándolas, así deja de pensar en como se las apañaran Luís y Luisito tan acostumbrados a que ella los despierte y les ponga el desayuno en la mesa de la cocina.
Las dos chicas se bajan en el siguiente barrio: la Vila Olimpica.
Es entonces cuando Lucía se siente incómoda sin oir las voces agradables de ellas y en vez de seguir hasta plaza de Cataluña, donde pensaba hacer fotos por Ramblas y por el mercado de la Boqueria, se baja en el siguiente barrio: Parque de la Ciudadela.

Allí comienza a andar por un parque en el que la cafetería está cerrada y sólo hay amos con sus perros, sale del parque y se adentra en el casco antiguo: ¡ la calle Princesa ya es otra cosa!. Hay gente que viene de comprar el periódico, señoras con el carro de la compra, turistas que salen de un hotel con maletas. ¡ Este barrio está despierto!, entra en la pastelería y salón de té Brunells: mesas rectangulares de mármol con los pies de hierro negro, a juego con las sillas, el techo con bóvedas de medio arco y lamparitas pequeñas que cuelgan, “coques de llardons” , croissants, turrones, tartas de manzana, brazos de san marcos y botellas de moscatel de la montaña de Montserrat, una pareja hablando alto de sus planes para el día de hoy, un matrimonio mayor con su hijo adolescente hablando en inglés y con el mapa de Barcelona. Entonces Lucía abre su pequeño portátil y se pone a escribir disfrutando de la compañía de los camareros y clientes de la Pastelería Brunells y saborea los dulces típicos, que son las" rocas de Montserrat" y la “Coca de Llardons.”

Maribel Fernández Cabañas.



El mar 2.


El mar 2.
El mar está bravo, de tempestad de invierno, las olas con furia rompen contra las rocas. Olas gigantes, como casi nunca en este mar tranquilo que es el Mediterráneo.
Me quiero mover con ellas libremente y a su paso. Son libres, son atrevidas, están despiertas.
Pero ni los windsurfistas se atreven , sólo un señor con abrigo y paraguas de bastón se acerca a la orilla y sale corriendo porque una ola lo ha empapado.
Otros están en sus coches contemplando la naturaleza, sin osarse a salir.
Hoy no hay ni deportistas, ni ciclistas, ni fotógrafos , estamos los que por obligación tenemos que sacar a nuestros perritos.

Maribel Fernández Cabañas.