Translate

Desde mi ventana.


Desde mi ventana.

Los López viven en la misma manzana que yo, nos separa  o nos une ,según se mire, un jardín. Nos vemos a lo lejos desde la ventana. Tienen una hija de la edad de mi hijo y nos bajámos el vermut  al jardín y celebrámos los  cumpleaños de los niños y San Juan. 

Yo siempre los he admirado por su capacidad de escucharte cuando se lo pides y que si me quedo en la calle por despiste, siempre está él para abrirme su puerta y darme mis llaves que   amablemente custodian.

El sr López es activo, alegre y parece siempre feliz,a pesar de que está en paro. Parándose por la calle a contarme  cualquier cosa del barrio en un tono simpático. En primavera y verano sale a la terraza a tender la ropa con el torso desnudo y yo lo admiro por esa vitalidad que derrocha. Otras veces en su casa está planchando o me lo encuentro en el supermercado haciendo la compra.La sra López trabaja todo el día, es médica y lleva varias clínicas.

A mi cumpleaños siempre los invito y brindamos con cava y nos reímos. Pero  los ojos les chispean cuando ven fotos de nuestros niños pequeñitos en el parque aprendiendo a andar, y más tarde a montar en bici o jugando a “un dos tres toca la pared”. Han pasado los años, salimos sin niños a tomar el vermut y hablamos de ellos,  que ya son jóvenes y ahora tienen pandillas distintas y apenas si coinciden, cuando de pequeños decíamos que algún día serían novios.


Maribel Fernández Cabañas.


En el Museo.


En el Museo.

En casa de Elisa habían hecho una pequeña reunión familiar en la cocina, por ser fin de semana. Los tres se habían puesto a cocinar una rica salsa de zanahorias para acompañar unos finos filetitos de pechuga de pollo a la plancha y un arroz blanco hervido, pasado por aceite y ajo.
La tranquilidad de no tener que madrugar, ni de trabajar.
A media tarde Elisa propuso ir de turistas y se adentraron en un museo donde a ella se le abrió un mundo grande, viendo las columnas romanas que sostenían el techo artesonado de madera de la sala circular, rodeada de arcos y columnas, entre los cuales se empotraba un inmenso órgano .Sólo le hubiera faltado que este estuviera sonando, para mayor disfrute.
 Esta sala se comunicaba con otras más pequeñas, con exposiciones de pinturas renacentistas, barrocas y modernas.
Pero en plena visita, su marido se dio cuenta de que no llevaba la billetera en el bolsillo  del pantalón y corriendo se fueron los tres a información, en la entrada, donde un funcionario los llevó a objetos perdidos del museo y para su desilusión allí  no estaba.
Salieron y en metro se fueron corriendo a la comisaría de guardia dejando constancia del robo.
Con este suceso se les oscureció la tarde y Luís, que es casero, decía:
−¿ A quién se le ocurrió la idea de ir de turistas con lo bien que se está en casa?.


Maribel Fernández Cabañas.
  

Espacios.


Espacios.

 Hoy no he tenido que llamar a mi hijo, porque ahora su padre que está en casa se encarga  de  despertarlo. Creo que ahora es cuando estoy empezando a vivir, pues desde que nació Luisito me agarré a él y no quería separarme. Ahora que su padre trabaja desde casa con el ordenador, estoy intentando que  sea  el quien que se pegue al muchacho y  Luís sólo  me pide que, para  no tener que pensar y dejar su cabeza vacía para el fútbol ,las motos, los amigos, sus fotos y tantas aficiones como tiene. Me pide que yo le diga lo  que le tiene que  decir al hijo y que el se lo dirá.
 A veces cuando nuestro hijo trae algún problema y  viene directo a contármelo a mí, porque todo hay que decirlo, este niño es alegre como su padre y también tiene muchas aficiones: aprende japonés, aprende colchoneta elástica e inglés. Si cuando me quiere contar sus problemas y estoy en casa escribiendo, me cojo mi libretita, la meto en el bolso y me voy de casa y los dejo a los dos conversando.
Y es que  claro yo sólo tengo una afición que es escribir y cuidar de ellos, que son  mi familia .Y en casa como está mi marido pierdo la mañana hablando y no puedo dedicar un ratito a escribir. Total que he optado, ahora que mi marido llama a mi hijo para ir a la escuela, por buscarme un sitio en el  que por tres  euros desayuno, escribo y leo. Encima ahora que el buen tiempo me acompaña, veo el cielo, tomo el sol, oigo las voces de los oficinistas, que hablan y hablan formando un corrillo en la puerta y fumándose todos los cigarros que luego en el trabajo no podrán.
Voces ajenas que no me piden, ni me dan nada, que me son indiferentes. Cosa que no me pasa con las de mi familia que son un toma y daca.

Maribel Fernández Cabañas.