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Antes de cocinar.

Antes de cocinar.

Ir el día anterior a por todos los ingredientes a la frutería y a la carnicería, al  atardecer de un día caluroso de verano. Ir pensando por el camino en los buenos tomates maduros que voy a comprar y en la buena salsa de tomate casero que voy a hacer. Cruzar unas palabras con los pocos vecinos que aún quedan en este barrio, porque la mayoría están de vacaciones.
Algunos me cuentan que sus hijos o hijas ya han vuelto de campamento, yo que mi hijo también. Otros que a su perrito lo han tenido que llevar al veterinario por unas diarreas. Otra vecina viuda me dice que me ha traído unas postales de su viaje a Croacia y que le ha gustado mucho, postales que me van trayendo los conocidos para mi colección.
Y cuando llego a la carnicería están cerrando y decido irme al centro comercial que cierran a las diez de la noche.
Allí compro la carne, los tomates y las cebollas. No son tan maduros ni tan frescos y la carne es menos gustosa, pero primer paso hecho.
 Por fin  llego a casa mi marido y mi hijo, que se están comiendo una pizza, se extrañan cuando me ven con el carrito de la compra:
─¿ A estas horas vienes de comprar?
 ─ ¡Que aproveche!, les digo y me siento a cenar con ellos que están hablando de fútbol, tema que no me interesa y les confirmo:¡ Mañana para comer haré carne en salsa de tomate !
─¡Bravo e invitaremos a la abuela!, dijo mi hijo.
─¡Y yo freiré unas patatas! Finalizó mi marido.



Maribel Fernández Cabañas.



De nuevo en casa.

 De nuevo en casa.

La puesta de sol ,el termómetro marca 29 ºC, salgo de casa y me voy a la playa con una revista del Pais semanal: ¡ cuánto ha cambiado la playa desde el invierno y la primavera! , me sorprendo.
En la arena hay dos grupos con redes de voley y son de varias nacionalidades: unos sudamericanos de piel oscura en contraste con otros británicos, de piel como la leche. Son jóvenes y me llama la atención una chica que tiene el tipo atlético, junto a otra que los michelines se le ven por todos sitios y su bikini no se los sostiene.
 Mientras tanto miro a ver si hay algún conocido y lo comparo con otra playa que ahora tengo en mente que es una playa no de ciudad, como esta, sino de pueblo y no del Mediterráneo si no del Atlántico y no cosmopolita, sino sólo de lugareños todos conocidos que cuidan mucho su aspecto físico y su vestimenta.
Vuelvo de la playa y el peluquero de 24h sigue abierto. Le pregunto si tiene alguna hora para mañana y que si en agosto abre…Me responde a todo que si y pienso: este hombre es incansable, creo que hasta le debe de gustar ser peluquero.
 Miro por el barrio a ver si veo caras conocidas y me encuentro con la pequeña Abril que me llama desde su terraza donde cena con sus padres y hermanos y pienso ¡ bendita espontaneidad de la infancia y que alegría y cariño me da esta niña!.


Maribel Fernández Cabañas.


Viaje a Aridane.

Viaje a Aridane.

La temperatura suave,las calles tranquilas, la gente sin prisas y bien vestidas, las casas bajas que dejan vislumbrar los tejados con sus respectivas antenas de televisión. Las calles peatonales, con árboles y boutiques de ropa y calzado caro, las terrazas de las cafeterías a la sombra de laureles centenarios, los abuelos sentados viendo a los jóvenes pasar. Los turistas ,de piel blanca enrojecida por el sol, tomando un zumo de papaya o mango, los lugareños tomando una cerveza de la marca dorada y unas “papas arrugas” con mojo picón.
 Mientras recorro el centro, me voy encontrando con la familia que tengo en este pueblo, sin ni siquiera haber concertado una cita. Me encuentro con una de mis hermanas que trabaja de dependienta en la pastelería alemana y me invita a un café y a tarta de chocolate y cuando voy a pagar no me quiere cobrar dice que estoy en su casa.
Luego me suena el móvil y es mi hermano Esteban que me propone hacer una excursión el domingo a andar por los senderos de la ruta de los volcanes, acepto y le digo que en su casa estaré el domingo a primera hora de la mañana.
Y son ya las seis de la tarde y la temperatura no pasa de veinticinco grados y eso que es verano.


Maribel Fernández Cabañas.